the imprisonment of being a girl
by
Marion
- domingo, mayo 15, 2016
Termino Mustang cuando ya ha anochecido en el cuarto, y aunque sé que está mal hacer comparaciones, justo después pongo Las vÃrgenes suicidas, convencida de que no hay mejor momento que este.
En Mustang hay paisajes bucólicos tÃpicos de una TurquÃa rural, que contrasta con el perfecto barrio suburbano de blancos de Coppola. Pero se asemejan en algo más siniestro: ambos son jaula.
Luego está el árbol de Cecilia, el vÃnculo entre las chicas y la naturaleza, que parece desvanecerse conforme crecen.
Los gritos y el poder correr libres se sustituyen por muros y cabellos recogidos, en un encierro similar al de las hijas de Bernarda Alba, mientras una silenciosa rebelión estalla. Pronto son los jóvenes contra los adultos, la tradición y la rigidez de la estructura social contra el coraje de una nueva generación.
Y como todas las revoluciones, esta empieza con pequeños destellos de libertad: un beso soplado a través de la ventana, roces debajo de la mesa.
Cuando termino las dos pelÃculas, me siento destrozada y maravillada.
De todas las imágenes, me quedo con la de las chicas protegiéndose las unas a las otras, hablando como una sola, o acurrucadas en una confusión de brazos y piernas.